Perspectiva macroeconómica europea para 2023: la Eurozona, Italia, España y Portugal en el punto de mira
Los mercados esperan que el Banco Central Europeo (BCE) siga adelante con una política monetaria agresiva en 2023. Las nuevas subidas de los tipos de interés previstas para la primera mitad de este año mantendrán las condiciones financieras necesarias para controlar la inflación, que, desde diciembre, vuelve a estar en un solo dígito, lo que genera esperanzas sobre el fin de este período inflacionario. Las expectativas de recesión en la eurozona se han visto rebajadas por la estabilización de los precios de la energía, pero también se han rebajado las expectativas de crecimiento debido a la aplicación de tipos de interés altos por tanto tiempo. Las empresas y los hogares aún tendrán que hacer frente a una inflación generalizada considerable y al impacto de unos costes de endeudamiento notablemente altos.
A medida que se fue estabilizando la inflación energética, la inflación interanual de la zona euro fue del 9,2% en diciembre de 2022, frente al 10,1% de noviembre de 2022, según la primera estimación de Eurostat. Las expectativas de inflación están mejorando en términos generales, aunque con variaciones significativas entre los 27 miembros del bloque europeo. Al mismo tiempo, la perspectiva de la actividad económica depende también de factores exógenos, como la reapertura de China y la trayectoria de la guerra de Ucrania.
Entre los análisis más optimistas se encuentra el de Goldman Sachs, que ya no predice una recesión en la eurozona vista la resistencia de la economía europea hasta el final de 2022. Goldman espera, de hecho, cierto impulso de crecimiento, precios bajos del gas natural de manera sostenida y la reapertura temprana de China. También prevé que el PIB de la zona euro aumente un 0,6% este año, en contraposición a la previsión anterior de una contracción del 0,1%. Sin embargo, los más pesimistas sugieren que las presiones subyacentes sobre los precios siguen siendo fuertes a pesar de las caídas de los precios del petróleo y del gas, los subsidios para respaldar las facturas energéticas de las empresas y las señales de que la inflación ya ha llegado a su punto máximo.
Mientras que la inflación general de la eurozona ha caído desde el máximo del 10,6% en octubre al 10,1% en noviembre y al 9,2% en diciembre, la inflación subyacente, que excluye los precios de la energía y los alimentos, subió 20 puntos básicos (hasta el 5,2%) en diciembre. Aun así, los responsables del BCE esperan una caída sustancial tanto en la tasa de inflación subyacente como en el crecimiento de los salarios antes de que las políticas monetarias se suavicen. «Mantener los tipos de interés en niveles altos frenará el crecimiento de la demanda agregada y también reducirá el riesgo de un aumento persistente de las expectativas de inflación», dijo Pablo Hernández de Cos, economista del BCE, el pasado miércoles 11 de enero. Añadió que el BCE continuaría elevando «significativamente» los tipos de interés a un ritmo sostenido para garantizar que la inflación regrese al objetivo del 2% en el medio plazo.
Los mercados se encuentran en una caída persistente según los múltiplos de valoración de las acciones y los rendimientos de los activos reales tanto en Europa como en EEUU, que se mantendrá mientras el BCE y la Reserva Federal sigan aplicando disciplina monetaria y deshagan la flexibilización cuantitativa. En 2022, el BCE elevó su tipo de interés de depósito de menos del 0,5% en julio al 2% y los mercados esperan para este año alzas de entre 100 y 150 puntos básicos. Desde la última reunión del consejo de gobierno del BCE en diciembre, los mercados han elevado la expectativa de que los tipos de interés alcanzarán su punto máximo a alrededor del 3,4%, informa Hernández de Cos.
Al mismo tiempo, las proyecciones de inflación del BCE para 2023 (del 6,3%) pueden requerir una revisión a la baja si se mantiene la pronunciada caída en los precios del gas natural, expectativa respaldada por los altos niveles de almacenamiento de gas a principios de año. En cualquier caso, la política agresiva del BCE podría suponer un ajuste monetario demasiado excesivo, reduciendo el crecimiento de la eurozona de los próximos 12 meses.
Para el sector empresarial, la caída de la inflación energética solo arregla una parte del problema, pues la mayor preocupación de las empresas para este año es el alto coste de endeudamiento, especialmente tras años de niveles de apalancamiento altos. El acceso a liquidez se reducirá en consoncancia con las perspectivas monetarias, lo que implica que, si bien habrá empresas que puedan financiarse parcialmente con pretamistas alternativos, muchas (especialmente las más vulnerables) se verán obligadas a liquidar activos para continuar con su actividad.
En una nueva serie de artículos exploraremos el entorno macro de economías europeas seleccionadas, identificando las tendencias de mercado a las que prestar atención. En otra serie, más adelante, superpondremos estas perspectivas macroeconómicas con el riesgo de incumplimiento de préstamos, insolvencias, administraciones e insolvencias.
Italia
La inflación interanual del IPC estuvo (según estimaciones preliminares) cerca de máximos históricos en diciembre: 11,6%, en comparación con el 11,8% de noviembre, debido a una desaceleración fraccionaria en los costes de la energía y los alimentos. Si bien la inflación general del IPC probablemente ya haya pasado, la inflación subyacente subió 20 puntos básicos, hasta el 5,8% interanual, lo que indica que las presiones generales sobre los precios siguen siendo elevadas y aún podrían tener más recorrido para subir.
El gobierno de coalición de centro-derecha de Giorgia Meloni, que asumió el poder el pasado octubre, tiene como objetivo encaminar las finanzas públicas italianas hacia una sostenibilidad prudente. Sin embargo, el ratio entre la deuda pública y el PIB de Italia se mantiene por encima del 145%, una de las más altas de Europa. El nuevo gobierno se ha fijado como objetivo un déficit fiscal del 4,5% en 2023, por debajo del 5,6% en 2022, y del 3% en 2025, alineado con el límite a largo plazo de la UE.
El Senado italiano votó a favor del presupuesto del gobierno de 30.000 millones de euros a finales de 2022, que incluye bajadas de impuestos para los autónomos y políticas para aliviar el impacto de la crisis, financiado por un impuesto extraordinario a las energéticas. Otra de las primeras estrategias de este año del gobierno de Meloni fue no renovar el descuento del impuesto al consumo de combustible introducido por el gobierno de Mario Draghi en marzo de 2022. Si bien los subsidios al combustible generarían ahorros para el gobierno, los aumentos automáticos de precios aumentarían los costes operativos para las empresas y reducirían el gasto discrecional de los hogares.
Italia se considera unos de los países más susceptibles a una crisis de deuda en la eurozona, ya que el BCE aumentará los tipos de interés y comprará menos bonos durante 2023, según muestra una encuesta de economistas realizada por el Financial Times.
En el escenario de referencia del Banco de Italia, se prevé que el PIB de Italia crezca un 0,4% en 2023, en comparación con el 3,8% en 2022 y el 1,2% tanto en 2024 como en 2025. Se espera que el consumo de los hogares se debilite a principios del Año Nuevo y se mantenga suave a lo largo de 2023, ya que las presiones inflacionarias pesan sobre el gasto discrecional. La propensión a ahorrar disminuirá, cayendo en 2023 por debajo del promedio previo a la pandemia y recuperándose solo parcialmente en los dos años siguientes. En el mismo escenario de referencia, la actividad económica volverá gradualmente al crecimiento a partir de la próxima primavera y se expandirá más rápido a partir de 2024 a medida que disminuyan las presiones inflacionarias y disminuya la incertidumbre relacionada con la guerra de Ucrania. La economía italiana depende del apoyo fiscal sustancial establecido en el Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR).
El empeoramiento de las perspectivas de la demanda, el aumento de los costes de financiación y el aumento de la incertidumbre ralentizarán la inversión empresarial en 2023. El endurecimiento de las condiciones financieras y la expiración de los incentivos públicos para la renovación de edificios provocarán una ralentización de la inversión en construcción. Las exportaciones registrarán un crecimiento limitado en 2023, alineado con la desaceleración generalizada del comercio internacional, pero se recuperarán a partir de 2024.
España
En España, la inflación ineteranual se redujo en diciembre hasta el 5,8%, según la estimación preliminar del Instituto Nacional de Estadística (INE), el nivel más bajo desde noviembre de 2021, impulsada por la caída de los precios de la electricidad y los combustibles. El registro de inflación de diciembre estuvo un punto porcentual por debajo del 6,8% de noviembre, así como por debajo de la previsión de un 6,1%. Sin embargo, la inflación subyacente subió 60 puntos base, hasta alcaznzar un 6,8%, lo que indica que persisten presiones inflacionarias generalizadas.
El PIB en España creció aproximadamente un 4,6% en 2022 según el Banco de España (BDE), ya que el impacto de las presiones inflacionarias y las restricciones financieras pesaron sobre el consumo de los hogares y la inversión empresarial. Se pronostica que estas dificultades perdurarán durante los primeros meses del año, siendo la previsión del BDE de un crecimiento del PIB del 1,3% en 2023 y del 2,7 % en 2024. En general, la estabilización de los precios de la energía respalda unas expectativas ligeramente alcistas para el año, esperando una reactivación rápida del consumo de los hogares y una mayor normalización del turismo.
Además, la Comisión Europea sugiere que la implementación de las reformas e inversiones bajo el Plan de Recuperación y Resiliencia (PRR) aumentará la demanda agregada. Se prevé que la tasa de desempleo se mantenga estable durante los próximos dos años, en torno al 12,7%, mientras el crecimiento de los salarios aumentará, aunque más lentamente que los precios, lo que implicará una reducción del poder adquisitivo de los hogares. Se espera también que la producción industrial se mantenga relativamente estable debido a la considerable acumulación de pedidos pendientes.
Portugal
En Portugal, se espera que la actividad económica se desacelere en 2023 con un crecimiento de hasta el 1,5%, según el Banco de Portugal, tras estimaciones del 6,8% en 2022. En 2024 y 2025, se prevé una modesta recuperación de hasta el 2%. El banco central de Portugal hace referencia a la incertidumbre global, la pérdida del poder adquisitivo de los hogares, las estrictas condiciones financieras y el debilitamiento de la demanda externa como los impulsores de la desaceleración de este año.
A partir de la segunda mitad de 2023 se espera cierta recuperación, acorde a las expectativas de estabilización en los mercados energéticos, la recuperación gradual de la renta real de los hogares, la absorción de fondos de la UE y la mejora del entorno exterior.
La inflación anual del IPC fue del 9,6% en diciembre, frente al 9,9% de noviembre, según Estadísticas de Portugal. La tasa de inflación subyacente interanual aumentó 10 puntos básicos (hasta un 7,3%), la tasa más alta desde diciembre de 1993. La inflación promedio fue de 7,8% en 2022 y se prevé que caiga a 5,8% en 2023 y 3,3% en 2024, en línea con una disminución gradual de los precios internacionales de las materias primas y menores presiones de demanda derivadas de una política monetaria austera. Se espera que el mercado laboral portugués se mantenga estable en los próximos dos años, si bien perdura el riesgo de que los salarios aumenten de manera insuficiente y las empresas reduzcan significativamente sus beneficios.