Macro 2023: La recuperación económica de Europa oriental se ve frenada por su dependencia de Rusia y la gran carga de su deuda heredada
Las perspectivas optimistas de crecimiento en la zona euro no deberían ocultar las dificultades por las que, inevitablemente, pasarán la región, los negocios y los hogares. El bloque del euro sigue al borde de la recesión, si bien lo que se espera a día de hoy de la misma es que sea más leve de lo que se esperaba anteriormente. Se espera también que la inflación en la eurozona se mantenga alta por más tiempo, sin que sus principales consecuencias, como los altos costes de endeudamiento para las empresas y la pérdida de poder adquisitivo de los hogares, hayan sido absorbidas.
El consenso actual predice unas subidas de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE) de al menos 100 puntos básicos (incluyendo los 50 puntos básicos de esta semana –1 de febrero– más otros 50 puntos en marzo). En cualquier caso, se espera que el PIB de la eurozona haya evitado la contracción el cuarto trimestre, tanto por un templado invierno que suavizó la demanda energética como por la existencia de topes a los precios en la energía fijados por los gobiernos. La escasez de suministro también se ha visto aliviada, lo que modera las presiones inflacionarias sobre las economías más industrializadas de la eurozona.
En este último artículo de nuestra serie macro sobre economías europeas, examinamos las perspectivas de Grecia, Chipre y Croacia.
Grecia
Las reformas estructurales de la economía griega (cuyos efectos van desde la reducción de sus stocks de NPLs hasta la reactivación del turismo y las exportaciones) han contribuido enormemente a mejorar la confianza de empresas y hogares en las instituciones, así como a la vuelta del PIB a niveles pre-pandemia.
Sin embargo, las estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) predicen que el crecimiento del PIB se reducirá al 1,1% en 2023, muy por debajo del 5,1% del año pasado, para subir ligeramente en 2024 hasta el 2%. Esto se debe a la debilitación de la actividad económica en toda la zona euro y al desplome del consumo privado interno.
Las políticas de Grecia para hacer frente a la pandemia han situado a su economía en una base suficientemente sólida como para entrar en el ciclo de ajuste monetario global anti-inflacionario, si bien las finanzas públicas aún no están en niveles sostenibles. El ratio de deuda pública sobre el PIB ha caído al 175% en 2022 que, si bien sigue siendo alto, está bastante por debajo del 200% de 2020, según datos de la OCDE.
La subida de los precios de la energía, la caída de las rentas reales disponibles, el incremento de los tipos de interés y el aumento de los costes de endeudamiento han dañado mucho a las empresas y los hogares. Además, la prolongación de la crisis energética y la subida de los precios de los alimentos, debido principalmente a la guerra de Ucrania, mantiene, por una parte, las presiones inflacionarias a la alza y, por otra, la confianza de productores y consumidores a la baja. Esto lleva, en última instancia, a la desaceleración del crecimiento económico en 2023. A esto hay que sumar la proximidad geográfica de Grecia al conflicto, lo que no hace sino aumentar el sentimiento amargo de los griegos por la situación actual.
Siendo consistente con el resto de la zona euro, la inflación anual del IPC griego se moderó al finales del año pasado. Aun así, en diciembre de 2022 fue un 7,2% más alta que en diciembre de 2021 de acuerdo con la Autoridad Estadística Helénica (ELSTAT). La inflación de los precios del consumo alcanzó su punto máximo en octubre de 2022 con un 12,1%, siendo la más alta en 25 años, debilitando la demanda, retrasando la inversión y mermando el poder adquisitivo de los hogares y las empresas. En el sector industrial griego, también se espera que la demanda se mantenga débil a lo largo del 2023. S&P Global pronostica que la producción industrial se contraerá un 1,6 % en 2023, después de una fuerte disminución de las ventas impulsada por la caída de los pedidos internacionales, según los últimos datos del PMI de Grecia.
Los rendimientos del bono griego han sido más sensibles a la volatilidad internacional que los de otras economías europeas, debido a su baja calificación crediticia y a la limitada liquidez del mercado secundario de bonos, según el Banco de Grecia. En consecuencia, los costes de endeudamiento subieron tanto para el gobierno como para las empresas, aumentando la presión sobre los compromisos de gasto público y los balances corporativos para 2023. La sostenibilidad fiscal y la credibilidad siguen siendo una de las principales prioridades políticas de Grecia, ya que el gobierno tiene como objetivo mejorar la calificación de su deuda soberana para expandir la inversión y reducir los costes de financiación.
Chipre
Se espera que la economía chipriota entre en una moderada y breve recesión hasta el primer trimestre, con una recuperación gradual a partir de mediados de año, según el Banco central de Chipre (CBC). Los catalizadores de la recesión son consistentes con las dificultades macroeconómicas de toda la zona euro. Se espera que el PIB chipriota disminuya un 2,5% en 2023 y crezca a un ritmo del 3,1 % en 2024 y 2025, según el CBC, lo que choca con los pronósticos de crecimiento del 5,8% de 2022. Esta previsión a la baja se explica por unas perspectivas negativas con respecto a la recuperación de la demanda internacional y por los efectos persistentes y retardados del aumento de los precios de la energía.
Con respecto al desempleo, se esperaba que la tasa descendiera al 6,7% en 2022, habiendo estado en el 7,5% en 2021. Las expectativas en los próximos años predicen una tendencia marginal a la baja, con un descenso del desempleo al 6,5 % en 2023 y al 5,9 % en 2024, según las previsiones de CBC.
El CBC prevé una subida de la inflación armonizada de 2022 hasta el 8,1%, muy superior con respecto al 2,3% de 2021. También se espera, en cualquier caso, una normalización gradual de las presiones inflacionarias para los próximos 3 años, esperando un 3,3%, 1,7% y 1,8% respectivamente, debido principalmente a la bajada esperada de los precios de la energía. Paralelamente, los salarios aumentarán en 2023 debido a la indexación automática con el IPC y las nuevas negociaciones sobre convenios colectivos multianuales.
No se debe menospreciar la alta exposición de Chipre a Rusia debido a la inversión y el turismo, implicando riesgos evidentes. Además, Chipre depende por completo de las importaciones de petróleo y derivados para la generación de electricidad, lo que hace que la inflación interna y las condiciones comerciales sean muy sensibles a los precios mundiales del petróleo, según Fitch Ratings.
Croacia
Se espera que la economía de Croacia pierda impulso en 2023, ya que las presiones inflacionarias reducen tanto la demanda interna como la demanda externa por parte sus socios comerciales en la eurozona, lo que ralentiza las exportaciones de bienes y servicios. Según el Banco Mundial, se pronostica que el crecimiento económico se desacelerará al 0,8% en 2023, aunque una mayor absorción de fondos de la UE podría desplazar al alza esta previsión debido al aumento de la inversión pública. Croacia tiene derecho a 5.500 millones de euros en subvenciones y 3.600 millones de euros en préstamos de la UE, vinculados a reformas estructurales en toda la economía para reducir las ineficiencias del mercado, mejorar la descentralización fiscal y modernizar los sectores de salud y educación.
Croacia se unió al espacio Schengen el 1 de enero de este 2023, lo que implicará un incremento del turismo, que ya hasta ahora suponía un 25% del PIB y de la cuota de empleo. La adopción del euro también mejorará la resistencia de la economía croata a los impactos externos, según Fitch Ratings. Croacia se unió a la Unión Europea en 2013.
Croacia está menos expuesta a la crisis energética que la mayoría de Europa debido a la alta diversificación de fuentes de importación de energía y sus grandes instalaciones domésticas de almacenamiento de gas. Las autoridades quieren expandir significativamente la capacidad de gasoductos y GNL de Croacia para convertir a este país en un centro energético regional
La inflación anual del IPC se situó en un 13,1% en diciembre, después de subir al 13,5% en noviembre, según el Buró de Estadística de Croacia, impulsada por los altos precios de los alimentos, la hostelería, los muebles del hogar y la energía. La inflación anual promedio de Croacia aumentó hasta el 10,8 % en 2022 después de haber estado en el 2,6% en 2021 y en el 0,1% en 2020. Se pronostica que la inflación anual promedio retrocederá al 5,6% en 2023 y al 3% en 2024, a consecuencia de efectos de base y una economía en desaceleración, según Fitch. La agencia añadió que los topes a los precios de la electricidad y el gas, a los que se atribuye la prevención de una mayor espiral inflacionaria, deberían mantenerse este año.
El crecimiento de los salarios croatas parece mantenerse por debajo de la inflación debido a su rígido mercado laboral. Existe riesgo de que las perspectivas estén sesgadas a la alza si se tiene en cuenta el aumento de los costes de endeudamiento para el gobierno y las empresas, lo que podría plantear desafíos para las finanzas públicas y el sistema bancario nacional.